|
La Verdad del Pueblo Negro no es solo un archivo. Es un recorrido sonoro, visual y afectivo por los caminos del Pacífico, los resguardos palenqueros, las islas raizales y los barrios donde la negritud resiste. Es una geografía herida, pero no vencida. El archivo parte de una premisa simple y demoledora: el racismo estructural ha sido una de las violencias más persistentes, invisibles y normalizadas del conflicto colombiano. Y los pueblos afro, palenqueros y raizales, sus víctimas más silenciadas.
Desde allí nace este relato múltiple: en los cantos de las abuelas, en los testimonios de los desplazados, en los cuerpos ausentes de los hijos, en las manos que cultivan tierra ajena desde la esclavitud. A través de videos, podcasts, mapas, imágenes y documentos, se teje un tapiz denso y conmovedor que busca esclarecer cómo la guerra —esa que se nos cuenta en términos de guerrillas, paramilitares y Estado— tuvo también una marca de piel.
En los corredores étnicos trazados por la Comisión —del Alto Atrato al Darién, del sur del Cauca a los palenques del Caribe— se narran historias de despojo, pero también de retorno. No son rutas geográficas: son caminos de memoria. La comunidad habla, y lo hace con su forma: canta, reza, danza, sana. Exigen ser reconocidos como pueblos con derecho al territorio, a la cultura, a existir sin miedo.
En el corazón de esta transmedia está la voz colectiva que canta “Cantos a la Verdad” —una serie de podcasts que son testamento sonoro de resistencia— y que se convierte en documento político, cuando se exige que la Ley 70 de 1993 no sea solo un papel olvidado. También están los silencios: los de las mujeres que han perdido a sus hijos y prefieren cantar que llorar, los de los líderes asesinados que ahora viven en los relatos de sus comunidades.
Hay también un reclamo profundo: que la verdad no sea solo esclarecida, sino escuchada. Que el país deje de mirar al Pacífico y al Caribe como regiones periféricas, y las entienda como centros de una cultura que ha sostenido a Colombia con su música, su comida, su fuerza y su dignidad.
La transmedia no ofrece respuestas fáciles. Es más bien una invitación incómoda: a desenterrar la historia negra del conflicto, a reconocer el racismo como motor de guerra, a mirar a los ojos a quienes durante siglos han sido invisibles. Es una apuesta por una nueva narrativa nacional donde la voz del pueblo negro no sea un pie de página, sino parte del relato principal. Porque como dice una de las lideresas entrevistadas: “Hemos estado aquí desde el principio, resistiendo. Lo que falta es que nos escuchen de verdad”.
|
|
| | |
|
Con apenas 1.330 personas registradas en el censo más reciente de Colombia —lo que representa el 0,1 % de la población nacional—, el pueblo Rrom o Gitano es una de las minorías étnicas más invisibilizadas y desconocidas del país. Sin embargo, su historia en territorio colombiano se remonta a más de 300 años, marcados por una persistente persecución de sus costumbres, derivada de los patrones de segregación impuestos desde la época colonial.
De naturaleza nómada por definición, el pueblo gitano ha enfrentado múltiples formas de violencia durante su tránsito por el país, no solo por parte de actores armados, sino también por sectores de la población que han reproducido prejuicios discriminatorios y estigmatizantes en su contra. La suya es también una historia de resistencia: una cultura que se protege y se encripta para sobrevivir, preservando su lengua, sus costumbres y sus sistemas de justicia y organización, que llevan más de mil años girando por el mundo.
La Comisión de la Verdad reconoció tanto la presencia como la influencia de esta población en la sociedad colombiana, así como los crímenes sufridos por el pueblo Rrom en el contexto del conflicto armado: confinamiento, discriminación por el uso de su lengua —el romaní— o por sus trajes tradicionales, exilio forzado e incluso la desaparición de algunos de sus oficios ancestrales. Por ello, y en un hecho inédito entre las comisiones de la verdad a nivel mundial, el informe final dedica una línea de investigación exclusiva para reconstruir su historia y visibilizar sus formas de resistencia.
Apoyado en entrevistas, archivos sonoros, infografías, herramientas pedagógicas y piezas audiovisuales que dan voz a su gente, este especial indaga sobre los daños individuales y colectivos que el pueblo Rrom ha sufrido. |
| |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
| |
| Imagen: Pieza de la exposición La verdad tiene rostro rural del artista boyacense Ismael Manco
Hace décadas, los campos colombianos fueron declarados teatro de guerra. El campesinado se convirtió en víctima silenciosa de un conflicto que les arrebató las tierras, hirió su dignidad y limitó su desarrollo social y político. El campesinado y la guerra, que hace parte del volumen Colombia Adentro, explica cómo todos los bandos de la guerra se ensañaron con la población campesina, sus comunidades y su cultura. También identifica cómo se desarrollaron estas violencias en tres etapas históricas durante el último siglo, desde la época de La Violencia, pasando por la guerra insurgente y contrainsurgente, hasta las recientes afectaciones por la guerra contra las drogas.
De las aproximadamente 430.000 víctimas fatales del conflicto entre 1958 y 2019, al menos 251.000 eran campesinos —más del 58 % del total—, víctimas no solo de la guerra, sino también de un Estado que, con sus políticas, reforzó ese exterminio. El volumen revela cómo se tejió una narrativa de enemistad: el campesinado fue presentado como “enemigo interno”, justificando bombardeos a sus comunidades, masacres y desplazamiento forzado.
La obra recorre cada región, ofreciendo relatos en los que la voz campesina cobra vida. Mujeres que cantan para sobrellevar el dolor, ancianos que narran las promesas incumplidas de la reforma agraria, agricultores que vieron sus cosechas destruidas y hogares abatidos. Historias territoriales desde Caquetá hasta el Magdalena Medio, desde el Sumapaz hasta Nariño, desnudan las huellas de la violencia, pero también la valentía de resistir. Este voluminoso tomo no se limita a exponer sufrimiento. También profundiza en las formas de afrontamiento y las luchas por la vida. Muestra cómo las organizaciones campesinas intentaron mantener viva la posibilidad de reforma agraria, exigieron reconocimiento, y apostaron por la paz desde las raíces del campo. |
| |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
| | |
|
Sí: hubo guerra y hubo violencia, pero también ha habido resistencias. Hubo terror y abandono, pero también existen esperanzas, trabajos colectivos, liderazgos comprometidos y un profundo anhelo de reconciliación. Sobre esos matices —dolorosos y luminosos— se construyen los seis capítulos de Revelaciones, la serie documental producida por la Comisión de la Verdad que narra el conflicto armado colombiano desde cinco regiones del país: Frontera (Catatumbo), Caribe (Montes de María), El Carmen de Atrato, Mitú y Roncesvalles. Cada episodio se enfoca en una comunidad que vivió en carne propia la violencia, desde diferentes actores del conflicto, y que hoy habla para transformar su historia.
Con un lenguaje audiovisual sobrio y respetuoso, Revelaciones da prioridad a la palabra de los testigos, que son retratados en medio de sus paisajes y formas de vida. El resultado es un recorrido por los múltiples países que habitan dentro de Colombia. Escuchar sus voces no es solo un acto de memoria: es una fuente viva, imprescindible, para empezar a construir un futuro en paz. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
| | | |
|
El grupo de investigación Knowledge in Action de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, con sede en Tunja, ha trabajado desde 2008 en el diseño de proyectos e investigaciones en pedagogía y docencia orientados al desarrollo del pensamiento crítico en comunidades campesinas. Su enfoque se inspira en los llamados a la praxis y las acciones transformadoras del pensador brasileño Paulo Freire, uno de los referentes más influyentes de la pedagogía crítica en el siglo XX.
Entre sus líneas más recientes, desde 2023 han impulsado las Lecturas rituales del Informe Final de la Comisión de la Verdad, sesiones periódicas en las que se integran lectura, escucha y sensibilidad en torno a los testimonios recogidos por la Comisión. Estos encuentros, anunciados a través de sus redes sociales y sitio web oficial, proponen una experiencia pedagógica y sensorial que va más allá de la lectura convencional: se realizan en torno a altares colectivos, construidos con objetos que representan los cuatro elementos de la naturaleza, y se acompañan de música o recursos de ambientación que generan un tono de recogimiento, empatía y respeto hacia las víctimas del conflicto.
Con el propósito de ampliar el impacto de esta experiencia, el grupo ha desarrollado una guía pedagógica que permite replicar las Lecturas rituales en otros contextos educativos o comunitarios. Esta práctica, apoyada por la Red de Aliados del Informe Final de la Comisión de la Verdad, busca formar docentes y ciudadanos como agentes multiplicadores del mensaje de paz contenido en el legado de la Comisión, y promover nuevas formas de educación centradas en la memoria, la justicia social y la construcción de paz.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
| | | La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición fue una institución creada en 2017 para contribuir a sentar las bases de la paz. Entregó su informe final en junio de 2022.
Todos los materiales publicados en este boletín, incluidas las imágenes, fueron extraídos de la transmedia comisiondelaverdad.co y no son atribuibles al ICTJ.
|
| |
|
|
|
| |
|