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La violencia política ha sido cíclica en Colombia y, aunque nunca ha sido superada del todo, los procesos de paz han contribuido a disminuirla. Esta semana, con el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, se reavivaron los temores de que el sectarismo y la polarización agudicen un nuevo ciclo de exterminio de líderes y opositores.
Este hecho es un motivo para volver a estudiar el manifiesto de la Comisión de la Verdad, titulado “Convocatoria a la Paz Grande”. Se trata de un documento que no solo abre el Informe Final, sino que funciona como un grito ético y político para una nación que ha sangrado durante más de seis décadas.
En el texto se hace un llamado a alcanzar un acuerdo que saque las armas de la política, que deje atrás las narrativas que convierten al adversario en enemigo, y se enfatiza que esta es una tarea de toda la Nación, no solo de un puñado de funcionarios o instituciones. La Comisión advierte que, sin una paz grande —incluyente y profunda—, corremos el riesgo de repetir el conflicto una y otra vez, como ha ocurrido hasta ahora.
La paz grande implica reconocer que el conflicto armado y la violencia política tienen raíces tanto en estructuras de profunda injusticia como en una cultura de la intolerancia, de la negación del otro, de la estigmatización y la exclusión. Todo ello, en palabras del manifiesto, nos ha llevado a “vivir en modo guerra”, es decir, a normalizar la violencia como recurso político.
Este texto, que abre la serie de volúmenes del Informe, fue traducido al inglés, francés y a las lenguas indígenas emberá chamí, nasayuwe y sikuani, y también está disponible en formato sonoro. Además, en el video del acto protocolario de entrega del Informe de la Comisión de la Verdad, realizado en junio de 2022, puede verse y escucharse —a partir del minuto 54:07— la intervención del entonces recién elegido presidente Gustavo Petro, en la que se compromete con la paz social, la reconciliación nacional y el cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión para hacer de la paz una realidad para todos los colombianos. |
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El asesinato de líderes políticos en Colombia constituye una de las expresiones más dramáticas de la violencia política que ha acompañado la historia del país durante las últimas décadas. Esta violencia no solo ha sido letal en términos físicos, sino que ha minado las posibilidades democráticas, ha vaciado de contenido la participación política y ha sembrado el miedo como forma de control territorial y social.
A lo largo del siglo XX y XXI, Colombia ha experimentado múltiples conflictos: la lucha partidista entre liberales y conservadores, la emergencia de las guerrillas, el auge del paramilitarismo y las dinámicas del narcotráfico. Cada actor armado, estatal y no estatal, ha utilizado el asesinato selectivo como una forma de silenciar opositores y consolidar hegemonía territorial. La violencia no terminó con la firma del Acuerdo de Paz de 2016. Por el contrario, se ha transformado. Desde entonces han sido asesinados más de 1.300 líderes sociales, políticos, periodistas y defensores de derechos humanos, así como más de 400 firmantes del acuerdo.
Las elecciones en muchas zonas del país se desarrollan bajo amenaza, y el ejercicio del liderazgo requiere valentía extrema o resignación al silencio.
La Comisión de la Verdad investigó un caso titulado Conflicto armado y democracia en Colombia, una mirada a los patrones e la violencia política, en el que señaló que la violencia contra líderes políticos y sociales es un síntoma de un modelo político autoritario y excluyente que privilegia la represión sobre el diálogo, el miedo sobre la palabra.
Superar este patrón de violencia exige medidas profundas: fortalecer las garantías para el ejercicio político en todo el territorio, desmantelar las estructuras armadas ilegales, combatir la impunidad judicial y garantizar la presencia integral del Estado en las regiones. Pero, sobre todo, implica una transformación ética: reconocer al otro como un interlocutor legítimo y defender el derecho a pensar distinto.
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Este documento, producido en el marco del Archivo del Esclarecimiento de la Verdad, examina cómo las emociones emergen en los relatos de las víctimas del conflicto armado colombiano y pone en evidencia que muchas experiencias emocionales —como el miedo prolongado, la culpa, la pérdida afectiva, el trauma invisible— no encuentran espacio suficiente en los lenguajes institucionales. Estas emociones no siempre son reconocidas como componentes esenciales de la violencia vivida, lo que genera un vacío significativo en la comprensión integral del daño.
Otro hallazgo crucial es el silenciamiento parcial de ciertos relatos, especialmente los de mujeres rurales, pueblos indígenas, personas LGBTIQ+ o comunidades negras, cuya forma de narrar el dolor no siempre se ajusta al formato jurídico o técnico predominante. El estudio descubre una tensión profunda entre la necesidad de construir una narrativa colectiva —clave para la reparación simbólica— y el respeto por la singularidad de cada víctima. En algunos casos, la búsqueda de patrones generales puede aplanar las diferencias, y convertir lo que debería ser una polifonía de memorias en una línea narrativa unificada, perdiendo matices esenciales.
El texto concluye que la justicia transicional y el derecho a la verdad deben expandirse para incluir la dimensión emocional como parte central del daño. No se trata solo de saber qué ocurrió, sino de sentir cómo ocurrió, de validar los afectos y de restituir el lugar simbólico que ocupan las víctimas en la historia colectiva. Sin esta transformación, el relato oficial corre el riesgo de producir una memoria incompleta, más funcional que reparadora.
Este análisis invita a repensar la relación entre archivo, emoción y poder: quién narra, qué se valida, qué se olvida. Es un llamado a reconocer que las emociones no son un exceso, sino una forma legítima de saber y recordar. |
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Anímate a la Verdad es una propuesta audiovisual sin precedentes en Colombia. En pocos minutos, cada entrega logra explicar y sintetizar los contenidos de los volúmenes del Informe Final de la Comisión de la Verdad, combinando diversas técnicas y estéticas de animación que ofrecen un panorama representativo de esta expresión visual en el país.
La fuerza expresiva de sus imágenes —vivas, oníricas y contundentes— permite representar de forma digna y simbólica los hechos y memorias del conflicto armado. Pero no se detiene ahí: esta serie consigue llevar el relato histórico y el legado de la Comisión a públicos más amplios, facilitando su comprensión sin restarle profundidad ni rigor.
Se trata, en suma, de una forma creativa, sensible y accesible de acercarse al Informe Final. Una invitación para quienes quieren comenzar a recorrerlo desde una narrativa diferente, sin dejar de lado su carga ética y transformadora. |
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El impacto del legado de la Comisión de la Verdad depende en gran medida de que sus resultados sean compartidos de forma continua y accesible. Solo así los colombianos, la comunidad internacional y las futuras generaciones podrán conocer y apropiarse de sus informes, contenidos, hallazgos, recomendaciones y conclusiones. Con ese propósito nace The Legacy Project, una iniciativa licenciada a la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), con el apoyo de Humanity United, cuyo objetivo es garantizar el acceso gratuito y permanente en internet a la colección completa de archivos producidos por la Comisión de la Verdad de Colombia.
Además de mantener en funcionamiento la plataforma transmedia del Informe Final, The Legacy Project ofrece secciones diseñadas especialmente para públicos especializados —como investigadores, docentes, académicos y formuladores de políticas públicas— que buscan comprender en profundidad los procesos desarrollados por la Comisión, las lecciones aprendidas y los aportes que pueden servir de referencia para otras iniciativas de verdad y justicia en el mundo. |
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| | La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición fue una institución creada en 2017 para contribuir a sentar las bases de la paz. Entregó su informe final en junio de 2022.
Todos los materiales publicados en este boletín, incluidas las imágenes, fueron extraídos de la transmedia comisiondelaverdad.co y no son atribuibles al ICTJ.
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