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Desde el inicio, la Comisión entendió que para hablar de los pueblos indígenas no bastaba con aplicar los métodos convencionales de la verdad judicial o forense. Por eso, este proyecto fue diseñado con y para los pueblos indígenas. Se respetaron sus lenguas, sus tiempos, sus formas de narrar, sus silencios. Así lo demuestra “La Verdad del Pueblo Indígena”, una producción transmedia de la Comisión de la Verdad que no solo documenta el impacto del conflicto armado, sino que da cuenta de un dolor más antiguo y persistente: el de una nación construida sin ellos, y muchas veces, contra ellos.
El Informe revela que el conflicto armado exacerbó una situación que ya era de violencia estructural. A través de sus testimonios, los pueblos indígenas relatan cómo han sufrido no solo desplazamientos, masacres, reclutamiento forzado o confinamientos, sino también la ruptura de su tejido espiritual, simbólico y territorial. También muestra cómo la resistencia ha sido cotidiana: en las mingas, en los bastones de mando, en los cantos que sobreviven. Hay líderes que enseñan a los niños a no olvidar.
La transmedia es una experiencia que se mueve entre formatos: podcast, crónicas visuales, fotografías, audios, infografías, documentos descargables y piezas audiovisuales en lenguas propias. Cada entrada es un umbral: la voz de una mujer kankuama que perdió a su esposo a manos de los paramilitares, el testimonio de un joven Nasa que explica cómo fue obligado a participar en combates, o la sabiduría de un mamo que narra la devastación espiritual de la Sierra Nevada con la misma gravedad con la que se habla de una herida abierta.
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La historia reciente del pueblo Nukak es el reflejo doloroso de los daños irreparables que la guerra ha dejado —y sigue dejando— en el Guaviare y a lo largo de ríos como el Inírida. Se trata de un pueblo ancestral, emparentado con quienes habitaron el Chiribiquete, y uno de los pocos en el mundo que aún conserva prácticas nómadas. Tras la fiebre del caucho, permanecieron aislados del resto de la humanidad hasta 1965, cuando la expansión ganadera irrumpió en sus territorios.
Décadas más tarde, en 1988, su nombre volvió a aparecer en los titulares: un grupo de familias llegó desplazado al municipio de Calamar, Guaviare, huyendo de la violencia que desató el narcotráfico en la región. Desde entonces, su historia ha sido una sucesión de despojos, rupturas y silencios, marcando con crudeza el exterminio cultural que enfrentan no solo ellos, sino decenas de pueblos indígenas en Colombia.
El cortometraje Nukak: despojo territorial y daño cultural recoge las voces de autoridades e integrantes de la comunidad, quienes narran —en su idioma y con sus propios términos— las afectaciones sufridas y las necesidades urgentes que los atraviesan. Sus palabras no son solo un testimonio: son un clamor colectivo. En ellas se expresa el llamado que atraviesa a todas las poblaciones indígenas del país: la necesidad urgente de una paz que les permita simplemente vivir. Vivir sin miedo, sin despojo, sin exilio. |
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El ensayo introductorio del volumen Colombia adentro, parte del Informe Final de la Comisión de la Verdad, propone una lectura del conflicto armado colombiano desde una perspectiva territorial. La tesis principal es contundente: la guerra no afectó al país de manera uniforme, sino que se concentró en regiones específicas, determinadas por condiciones históricas, sociales, económicas y políticas particulares. En estas regiones, la presencia del Estado ha sido débil o intermitente, y sus funciones esenciales —seguridad, justicia, educación, salud, infraestructura— fueron suplidas o distorsionadas por actores armados. Guerrillas, paramilitares, organizaciones del narcotráfico e incluso fuerzas del Estado ocuparon roles de autoridad, imponiendo órdenes locales en contextos de abandono o exclusión. Desde la herencia colonial y las guerras del siglo XIX hasta el Frente Nacional y las reformas de los años noventa, el texto señala cómo se consolidó un modelo de desarrollo excluyente, en el que la tierra fue acaparada por unos pocos y las regiones periféricas quedaron fuera del pacto nacional. Allí las fronteras entre lo legal y lo ilegal, entre lo armado y lo político, se diluyeron y se produjo una profunda fragmentación del poder territorial. Tras el Acuerdo de Paz de 2016, las dinámicas de violencia no desaparecieron. Por el contrario, en muchos territorios se reconfiguraron los actores y persistieron las disputas. El ensayo concluye que es necesario repensar el territorio, reconocer la diversidad regional del país, garantizar los derechos de las comunidades rurales, y transformar el modelo de desarrollo en clave de equidad, sostenibilidad y participación democrática. |
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Hay experiencias que no se pueden explicar desde afuera. Solo quienes las han vivido pueden dar cuenta, con sus palabras, de la profundidad del dolor, las huellas imborrables, las causas y las secuelas que deja la guerra. El podcast Luz de la noche recoge algunos de estos testimonios representativos del conflicto armado colombiano y los convierte en relatos sonoros que apelan a la sensibilidad del oyente a través de una narrativa íntima y envolvente.
Sobrevivir a una masacre, buscar sin descanso a un hijo que nunca regresó, vivir en la clandestinidad tras ser perseguido por razones políticas, pasar años en cautiverio como prisionero de guerra… Estas son algunas de las historias reales que componen las dos temporadas de Luz de la noche. Relatos que invitan a escuchar con atención para comprender la dimensión humana del conflicto, más allá de los informes, los estudios académicos o las cifras.
Se trata de un ejercicio de memoria y de escucha colectiva. Una forma de acercarnos a las voces de quienes han vivido el conflicto en carne propia, y de reconocernos en ese relato común que, querámoslo o no, también es parte de nuestra historia como país.
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Este 28 de junio se conmemora el tercer aniversario de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad, y la Red de Aliados del Legado de la Comisión ha preparado la Campaña por la escucha y un diálogo incluyente para avanzar hacia la “Colombia Posible”. Esta estrategia invita a mantener una conversación permanente en torno al Informe, sus hallazgos y recomendaciones para la no repetición, que siguen siendo plenamente vigentes en la búsqueda de la reconciliación del país.
La invitación está dirigida a colectivos, organizaciones sociales, docentes, entidades públicas y privadas, así como a personas interesadas en sumarse a la conmemoración, ya sea mediante publicaciones en redes sociales o convocando espacios de encuentro que reactiven, con esperanza, el diálogo y la escucha que propone el Informe, como camino para pasar de la “Colombia herida” a la “Colombia posible”.
Para lograr un mayor impacto, la Red de Aliados ha propuesto una sinergia comunicativa nacional para el viernes 27 de junio, articulada alrededor de una pregunta central: ¿Qué conversación necesitamos tener como país en este momento?
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| | | La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición fue una institución creada en 2017 para contribuir a sentar las bases de la paz. Entregó su informe final en junio de 2022.
Todos los materiales publicados en este boletín, incluidas las imágenes, fueron extraídos de la transmedia comisiondelaverdad.co y no son atribuibles al ICTJ.
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