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Uno de los principales objetivos de las Comisiones de la Verdad es romper los silencios de la guerra, otorgando un lugar central a las historias, emociones y elaboraciones que construyen tanto las víctimas como los excombatientes y testigos en torno al pasado traumático del conflicto. Por ello, la base del Informe Final que la Comisión de la Verdad entregó al país en junio de 2022 —hace tres años— fue la escucha de 30.000 testimonios, tanto individuales como colectivos, provenientes de todas las regiones del país y de personas con diversas condiciones sociales, de género, étnicas y con múltiples experiencias del conflicto.
Esa es la esencia del volumen testimonial del Informe Final. Esta obra recoge relatos íntimos y fragmentados, construidos a partir de más de mil testimonios que entrelazan palabra, imagen y poesía. Está estructurada en tres grandes “libros” simbólicos —El libro de las anticipaciones, El libro de las devastaciones y la vida y El libro del porvenir—, que trazan un recorrido cronológico y emocional: comienza con los presagios (sensaciones y señales corporales y ambientales), atraviesa la devastación concreta de la guerra (la pérdida, la violencia, las rupturas) y culmina en un porvenir incierto pero fecundo, marcado por las acciones colectivas de memoria, resistencia y reconstrucción.
El acto de nombrar el silencio de la guerra —cuando “los pájaros no cantaban”— pone en evidencia el vacío dejado por las explosiones, los gritos, la destrucción, y también la imposibilidad de encontrar palabras para narrar la catástrofe. Este volumen propone afinar “éticas de la escucha”: invita a oír no solo lo dicho, sino también lo callado, lo tácito, los ruidos y los silencios que configuran el dolor.
Construido desde la oralidad de las víctimas y los excombatientes, el volumen combina imágenes poéticas, fotografías testimonializantes y reflexiones personales, creando una polifonía que interpela tanto al lector común como a los actores políticos y académicos. En su último segmento, El libro del porvenir, se recogen expresiones de resistencia y construcción de paz en pequeña escala: ollas comunitarias, rituales recuperados, jóvenes movilizados. Señales, todas, de un porvenir sin certezas, pero sostenido por la esperanza.
En esencia, este volumen transforma la memoria en un dispositivo ético y político: amplifica las voces que la guerra intentó silenciar y las vincula con la necesidad colectiva de escuchar, reconocer y construir caminos para la no repetición.
Cuando los pájaros no cantaban también cuenta con una versión multimedia en el especial sonoro Sonido y Memoria, una propuesta curada como museo virtual, donde todas las dimensiones de esta escucha adquieren nuevas formas y sentidos.
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La tarea de comprender y comunicar el conflicto armado y sus secuelas en las personas y en los territorios exige, necesariamente, una escucha activa y permanente. Pero, ¿cómo se entrena uno en la escucha? ¿Qué nos sucede cuando nos sentimos escuchados? ¿Somos realmente conscientes de esta acción que, por ser tan inherente a nuestra comunicación, muchas veces realizamos de forma automática?
Sobre estas y otras preguntas reflexionan algunos integrantes del equipo misional de la Comisión de la Verdad en el pódcast Naturaleza de la escucha, una serie sonora narrativa que ayuda a comprender la trascendencia de este ejercicio en el trabajo de la Comisión, y que resulta aplicable a la vida cotidiana de cualquier persona.
En siete capítulos, cada uno de no más de ocho minutos, los protagonistas analizan y visibilizan un problema persistente en nuestras dinámicas sociales: más que un país que silencia sus historias, somos una sociedad que tiende a no escuchar. Por eso, es urgente aprender a hacerlo, no solo como herramienta para construir memoria histórica, sino como base para forjar nuevas formas de convivencia.
Pensado como una herramienta pedagógica, Naturaleza de la escucha es, sin duda, una valiosa oportunidad para comenzar ese aprendizaje. |
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| imagen: Escena de la obra de teatro Develaciones – Crédito: Comisión de la Verdad (2022)
El conflicto armado dejó huellas profundas en la cultura colombiana, al tiempo que muchos de nuestros patrones culturales contribuyeron a alimentar la violencia. Esa es la conclusión general del ensayo “Relación entre cultura y conflicto armado”, décimo capítulo del volumen de Hallazgos y Recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad, el cual también se interroga por los dispositivos culturales que reproducen o cuestionan nuestras formas de ser y de pensar, como la educación, los medios de comunicación y el arte.
Para la Comisión de la Verdad, una de las dinámicas que contribuyó a la prolongación de la guerra fue precisamente el arraigo de la violencia en nuestra cultura. Esta se expresó en una visión excluyente del otro y de lo distinto, en la imposición del miedo como forma de control, y en la incorporación de ideas moralistas desde el ámbito político.
La estigmatización, el racismo, el patriarcado, el punitivismo, la homofobia y el eurocentrismo —todas prácticas heredadas de la colonia— arraigaron prejuicios que dieron lugar a formas de violencia cultural y fueron instrumentalizados para justificar prácticas como el despojo territorial y la marginación de grupos y personas campesinas, étnicas, de mujeres y del colectivo LGBTIQ+. Por eso, para la Comisión, es necesario transformar comportamientos y hábitos sociales mediante un cambio cultural que promueva una visión basada en el reconocimiento de la dignidad humana del otro. |
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La exploración de las recomendaciones de la Comisión de la Verdad es ahora más accesible gracias al Buscador de Recomendaciones incluido en la transmedia del Informe Final. Esta herramienta, integrada en el volumen de Hallazgos y Recomendaciones, organiza la información de manera intuitiva a través de un tablero interactivo que permite navegar por diferentes categorías interconectadas, como temas, subtemas, enfoques, destinatarios o plazos. Esto facilita una búsqueda más rápida, precisa y dirigida.
Asimismo, el usuario puede optar por visualizar todas las recomendaciones organizadas por orden temático, sin necesidad de aplicar filtros, en caso de que desee explorarlas una por una.
El buscador se complementa con material audiovisual —como videos y gráficos— que aportan contexto sobre el alcance y la incidencia de las recomendaciones, así como con una tabla de datos compilatoria que funciona como índice y hoja de ruta para cualquier proceso de consulta.
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Como parte viva de su legado, la Comisión de la Verdad dejó instalado un comité encargado de hacer monitoreo, seguimiento e incidencia en la implementación de las recomendaciones para la no repetición, formuladas en su Informe Final. Estas recomendaciones abarcan nueve áreas: construcción de paz, víctimas, democracia, narcotráfico, impunidad, seguridad, paz territorial, cultura y legado.
El Comité de Seguimiento y Monitoreo de las Recomendaciones de la Comisión de la Verdad (CSM) está conformado por siete personas de la sociedad civil y funciona, desde agosto de 2022, como una instancia pública y autónoma. Está articulado con los aliados de la Comisión, tanto dentro como fuera del país, y cuenta con el respaldo administrativo de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Para conmemorar el tercer aniversario de la entrega del Informe Final, el Comité presentará, el martes 8 de julio, su Cuarto Informe de Seguimiento. El evento se llevará a cabo a las 10:00 a.m. en el auditorio Teresa Cuervo Borda del Museo Nacional de Colombia, en Bogotá. La entrada es libre, con inscripción previa. Para quienes no puedan asistir presencialmente, el evento será transmitido en vivo a través de Facebook Live.
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| | | La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición fue una institución creada en 2017 para contribuir a sentar las bases de la paz. Entregó su informe final en junio de 2022.
Todos los materiales publicados en este boletín, incluidas las imágenes, fueron extraídos de la transmedia comisiondelaverdad.co y no son atribuibles al ICTJ.
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