Hace cuarenta años, el 28 de mayo de 1985, se fundó el movimiento político Unión Patriótica (UP), como resultado de los acuerdos entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC-EP para poner fin al conflicto armado. La UP se convirtió en una plataforma democrática amplia, que atrajo a diversos sectores sociales y políticos marginados por los estrechos márgenes del bipartidismo liberal-conservador.
Desde su origen, la UP fue estigmatizada como el «brazo político de la guerrilla». Esta etiqueta sirvió de antesala a una violencia sistemática y sin tregua. Primero vinieron las amenazas, luego las balas. Asesinaron a Jaime Pardo Leal, su candidato presidencial. Después a Bernardo Jaramillo. En total, más de 5.700 personas fueron asesinadas o desaparecidas: concejales, alcaldes, maestros, líderes barriales, votantes. Ser de la UP era llevar una sentencia de muerte invisible marcada en el cuerpo.
Los miembros del movimiento sufrieron masacres, desplazamientos, desapariciones forzadas, atentados, amenazas y exilios. La gran mayoría de estos crímenes siguen en la impunidad.
En septiembre de 2016, el Estado colombiano pidió perdón por el exterminio de la UP, en cumplimiento de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El tribunal probó que el genocidio político fue posible gracias a una alianza entre agentes estatales, sectores de las élites políticas nacionales y regionales, y estructuras del narco-paramilitarismo. Las víctimas, amparadas por esta sentencia, aún esperan ser reparadas integralmente.
La Comisión de la Verdad recogió los testimonios de más de 300 miembros de la UP, dentro y fuera del país, que sobrevivieron a la ola de exterminio y vieron truncados sus proyectos de vida. Desde las cenizas es un documental que recoge las voces de quienes tuvieron que exiliarse para no morir.