La paz urbana en Buenaventura está gravemente herida. En febrero pasado se rompió la tregua entre los Shottas y los Espartanos, las principales bandas del crimen organizado que se disputan el control territorial de esta ciudad-puerto desde hace años. La reactivación del conflicto ha dejado más de 50 personas asesinadas en lo que va de 2025, en su mayoría jóvenes pobres cuyas vidas siguen estando en juego mientras la violencia persista.
Desde la década de los noventa, Buenaventura vive una dolorosa paradoja: es el puerto más importante de Colombia —uno de los más seguros y sofisticados del mundo, clave para la economía nacional— y, al mismo tiempo, más del 81 % de su población, tanto urbana como rural, vive en condiciones de pobreza multidimensional, en barrios dominados por grupos armados ilegales. Además de ser el epicentro de una economía de enclave que poco ha beneficiado a sus habitantes, las distintas vertientes del narcotráfico se disputan el control de sus salidas al mar para la exportación de cocaína.
La Comisión de la Verdad centró su atención en Buenaventura a través de un estudio de caso que analiza sus problemas estructurales, así como la disputa entre guerrillas, paramilitares y narcotraficantes. El saldo es estremecedor: más de 100.000 víctimas entre masacres, desapariciones y desplazamientos forzados.
En el siguiente enlace encontrarás un especial que resume esta historia en cuatro secciones, apoyado en material audiovisual, herramientas multimedia y en las voces de líderes sociales que continúan trabajando por la paz en la ciudad.